Cuando definimos el término evangelización, lo hacemos con el concepto tradicional de compartir las buenas nuevas de salvación con personas específicas o con grandes multitudes. Al compartir el evangelio, lo que deseamos ver es un cambio de vida en esas personas consideradas individualmente. Este concepto si bien es adecuado, porque es el que Jesús practicó en múltiples ocasiones (con la mujer Samaritana, Nicodemo y aún en su predicación a las grandes multitudes) sin embargo, no agota el concepto de evangelización.
Evangelizar no solo debe centrarse en una actividad dirigida hacia personas, sino también debe producir un cambio en las ideas. El nuevo campo misionero que tenemos que enfrentar, es el mundo del pensamiento.
Esto quiere decir, que cuando hablamos de evangelizar en el área de la educación, no sólo estaremos refiriéndonos a compartir el evangelio con profesores, alumnos y directores de colegios; sino que evangelizar será desafiar el concepto mismo de educación. Qué significa la idea misma de educar desde una perspectiva bíblica.
Un profesor cristiano de historia que ama a Dios con todo su corazón, que tiene una vida devocional diaria con él y es una persona fiel a Dios, es muy posible que cuando está en el aula de clases enseñe la historia de la misma manera que lo haría un profesor ateo. La pregunta clave es por qué, y la respuesta es muy obvia, ya que dicho profesor fue enseñado y entrenado en una universidad cuyo pensamiento es humanista y no bíblico. Por lo tanto, él enseñará historia de la misma manera que fue enseñado y aunque es un cristiano de corazón, como profesor enseña la historia desde una perspectiva humanista sin ningún tipo de intervención de Dios.
Evangelizar las ideas en este caso, será para el profesor re interpretar la manera en que enseña historia, ver la intervención de Dios en ese hecho histórico y también los principios que se aprenden de dicha historia en particular. Por ejemplo, siempre nos han enseñado que cuando Cristóbal Colón descubrió América creyendo que había llegado a las indias, lo hizo con el propósito de encontrar una nueva ruta de comercio. Sin embargo, lo que él dice en su libro “Profecías”, y en las cartas enviadas a la reina Isabel y su hijo Diego, nos brinda otra perspectiva bastante desconocida de la historia, que era su deseo de llevar el evangelio a los indios. Señala Colón en su libro:
Ya dije que para la ejecución de la empresa de las Indias no me aprovechó razón ni matemática ni mapamundi; llenamente se cumplió lo que dijo Isaías y esto es lo que deseo escribir acá.
Yo bien que llevase fatiga, estaba bien seguro que esto no vendría a menos, porque es verdad que todo pasará, y no la Palabra de Dios, y se cumplirá todo lo que dijo; el cual tan claro habló de estas tierras por la boca de Isaías en tantos lugares de su escritura…
Del nuevo cielo y tierra que decía nuestro Señor por San Juan en el Apocalipsis, después de dicho por boca de Isaías, me hizo de ello mensajero y mostró en cual parte.
Libro de las Profecías
Aquí aparece claramente que Colón creía que Dios le dirigía en su empresa, y además, que él había sido llamado con el propósito de ser mensajero del evangelio, es decir un misionero.
Más interesante es todavía, saber que pocos días antes del descubrimiento, hubieron dos motines que estuvieron a, punto de terminar con dicha empresa y que Colón, entendiendo que había un propósito de Dios oraba fervientemente para que se avistara tierra antes de que se cumpliera el plazo fatal de tres días.
El 12 de octubre fecha que se cumplía dicho plazo, Rodrigo de Triana desde el palo mayor de la embarcación “La Niña” gritó: TIERRA, viendo Colón contestadas sus oraciones.
Es llamativo que en los colegios y universidades no se enseña a cerca de esta motivación espiritual de Colón, pero no es de extrañar porque un pensamiento humanista que comienza en el hombre y tiene como centro al hombre, no percibe las motivaciones espirituales, y en general, la realidad espiritual. Porque como dice el apóstol Pablo: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (1 Corintios 2:14)
Evangelizar la enseñanza sobre el descubrimiento de América, no será otra cosa que re- interpretar la historia desde una mirada bíblica, revisar lo que se está enseñando y agregarle esta nueva perspectiva espiritual.
Jesús desafió el pensamiento de su época, él evangelizó las ideas predominantes de su tiempo y su sociedad. A la idea de ojo por ojo y diente por diente, que era el pensamiento establecido, Jesús le opuso el de amar al enemigo. A la idea de que los justos sólo compartían la comida con otras personas justas le opuso, a través, de su acción de comer con los publicanos la idea que Cristo venía a sanar a los enfermos y no a los sanos. A la idea de que los niños no tenían valor, Jesús le opuso el pensamiento de que de los niños es el reino de los cielos. A la idea de que en el día sábado no se podía hacer ningún tipo de tareas, Jesús eligió sanar a los enfermos ese mismo día. A la idea de Aristóteles que hay hombres nacidos para mandar y otros para obedecer, el apóstol Pablo le opuso que no hay esclavo ni libre en Cristo Jesús.
Los ejemplos de la evangelización del pensamiento son numerosos tanto en la vida de Jesús, como en la de los apóstoles. El mismo Pablo escribió en Romanos 12:2 que no nos conformáramos a la manera de pensar este siglo, sino que nos transformáramos por medio de la renovación de nuestro entendimiento.
Para esto los cristianos debemos saber lo que creemos y por qué lo creemos y lo que no creemos y por qué no lo creemos. Cuando tenemos claro esto no es tan difícil producir cambios concretos en la idea misma de educación, en la definición de lo que es el arte, en el concepto de lo que es política, en la perspectiva de lo que son los negocios. Vamos a producir como cristianos cambios profundos que afecten bíblicamente a nuestra sociedad.
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Por Ricardo Rodríguez